#ElPerúQueQueremos

“Opino sobre el Perú porque quiero, porque puedo y porque no me da miedo”

Clara Elvira Ospina se mueve entre sus dos pasiones, la política y los libros. Vive hace 12 años en Perú. Aquí condujo el área de prensa de América TV y Canal N. Ahora, dirige Epicentro, un portal donde la política y la literatura siguen siendo sus principales ocupaciones. Ah, dice que estaría feliz de volver a Colombia.

Publicado: hace 13 horas

Es querida, admirada, pero también odiada, sobre todo por muchos políticos. El desempeño profesional de Clara Elvira Ospina siempre ha generado polémica, tanto en su Colombia natal como en el Perú, país en donde vive desde hace 12 años.

Vino para dirigir el área de prensa de América Televisión y Canal N donde, además, condujo el recordado microprograma “Tiempo de leer”, donde hacía recomendaciones literarias. Estuvo allí hasta el 23 de abril de 2021, pocos días después de la primera vuelta de las elecciones de ese año. Fue despedida por tomar una posición imparcial frente a las candidaturas de Keiko Fujimori y Pedro Castillo.

Poco después fundó Epicentro, un portal de noticias desde donde se han gestado varios destapes periodísticos cuyos principales involucrados han sido algunos políticos, muchos de ellos integrantes de la cúpula de poder que hoy nos gobierna.

En esta tarea ha ido acumulando ataques y antipatías. Acusada de “progre”, “caviar” y “extranjera”, en esta charla afirma que seguirá en la brega pues lo suyo es el periodismo.

En principio, esta charla iba a ser sobre libros, pues se dio dentro del Hay Festival de Arequipa, pero fue inevitable trasladarla hacia la política, pues Clara Elvira es una mujer apasionada que vive a flor de piel sus dos pasiones: el periodismo y la lectura. Es tiempo de leer… esta entrevista.


¿Qué es la literatura?
Una preciosa manera de aliviar los dolores de la vida, de darnos cuenta de que nuestra vida no es tan mala como creemos, que hay gente que sufre más; pero también de que nuestra vida no es tan extraordinaria como creemos, que hay gente que tiene vidas más ricas que la nuestra. También es una manera de salir de nuestro ombliguismo y entender que el mundo es mucho más que nosotros.
¿Cuáles son tus dolores?
Todos los tenemos. Tengo el dolor del desarraigo. Vivir fuera de mi país ha sido una linda manera de conocer y aprender cosas, pero sentirse extranjero siempre es duro, más aún en el contexto en el que me muevo, donde el ataque constante viene con el recuerdo de que tu familia no está contigo, que este no es tu lugar. Esto hace que el dolor se profundice.
Pero tu permanencia en el Perú es una elección, no una imposición.
Sí, pero se no puede tener todo a la vez. Mi padre es periodista. Mi padre nació en Tolima, pero se fue a trabajar a Boyacá, donde yo nací. Allí empezó a ejercer el periodismo; un periodismo crítico, duro, de denuncia.
Digamos que hizo periodismo…
(Ríe). Así es. El periodismo no es un oficio de simpatía ni de relaciones públicas. Entonces, a mi padre lo insultaban y lo amenazaban, y al hacerlo le decían “aparecido”, un equivalente a “foráneo” a “tú no eres de acá”, así como hoy me dicen “colocha”. Acá soy una “colocha”, una “extranjera”, una “colombiana”, una “oenegera”, una “defensora de terrucos”, una progresista y, encima, mujer. Los insultos a los periodistas hombres van sobre su trabajo; los insultos a las mujeres periodistas son sobre su look, su peso, su “belleza”, su edad. ¡Y qué quieren, que me opere como cierta lideresa del momento! (risas). A mi padre le decían “por qué no se va”, y él respondía “cuando todos se reúnan y me digan que me quede, entonces, me iré”. Por eso, yo me digo, “no está mal seguir el ejemplo de mi padre” y acá me tienen. Además, por qué me tengo que callar, por qué me tengo que ir, ¡por qué! Cuando muchos indignados dicen: “¿Por qué Clara Elvira opina sobre el Perú?”, mi respuesta es: “Porque quiero, porque puedo y porque no me da miedo”. Además, porque vivo acá, pago mis impuestos aquí, y porque padezco y disfruto el Perú. Por eso, tengo derecho a opinar. Hay una canción colombiana que dice: “No importa dónde se nace ni dónde se muere sino dónde se lucha”, y yo llevo 12 años luchando en el Perú.
¿Por qué te interesa el Perú? ¿Tienes una relación de amor-odio con él?
Amor no quita conocimiento. Un verdadero amigo es alguien que te conoce y, a pesar de ello, te quiere (risas).
En tus 12 años en el Perú, ¿has visto una degradación de nuestra política?
No es un fenómeno local sino global. Cada vez se deteriora más el nivel del debate, cada vez se acude más al insulto. En Colombia, la política ha cobrado muchos muertos, y el debate verbal está muy deteriorado. Lo mismo sucede en el Perú: estábamos en el abismo y hemos dado un paso adelante (risas). Cada vez se apela más a la mentira, en dos niveles: el primero, hay una mentira más persistente; segundo, tiene más licencia social. Hay gente que, hace 12 años, no hubiese podido decir lo que dice, pues no tendría espacio en los medios, pero hoy se han convertido en los reyes del debate. ¿Por qué? Porque les otorgan espacio. Entonces, el problema no solo es el deterioro de la calidad del debate sino el deterioro de quienes les ponen un parlante para que se amplifique su voz.
¿Esto es una consecuencia del conservadurismo que se está imponiendo en el mundo?
La “piel” no nos deja ver el “músculo”. En la “piel” está el conservadurismo ruidoso, gritón, vulgar, que insulta. Como en esa vieja historia, uno tiene el permanente dilema de pelearse o no con un cerdo, pues si uno lo hace va a quedar embarrado; en cambio, al cerdo le va a encantar, pues el fango es su hábitat, su escenario. Volviendo al punto, en el músculo sí ha habido avances sociales, avances en la conciencia de la sociedad que no podemos desconocer. Que hoy las mujeres tengan más voz, que haya conciencia de que muchas cosas estaban mal hace que los radicales digan cosas horribles. El “músculo” ha cambiado, nuestras sociedades han evolucionado, pero el ruido que vemos es una reacción de la derecha que no se resigna a los avances en el “músculo”. El progresismo está concentrado en el futuro; el conservadurismo, en el pasado.
La Corte Suprema de Estados Unidos ha retrocedido 50 años en el tema del aborto. Y no es el único síntoma. ¿No crees que es ya un tema de “músculo”?
Sí, hay posibilidades de retroceso. Debemos tener cuidado. No digo que no esté preocupada, pero creo que hay sociedades en las que, a pesar del ruido, entienden que no hay manera de retroceder. La victoria de Trump generará retrocesos muy grandes, pero será difícil volver al oscurantismo. Las mujeres no permitirán que vuelva ese discurso.
Es probable que tú y yo estemos en la misma orilla –defensa de los derechos de las minorías, a favor de la migración, del matrimonio igualitario, de la libertad de la mujer para decidir si aborta o no, etcétera–, ¿pero esa es la agenda de la mayoría?
No, pero no podemos rendirnos y decir “ya ganaron”. ¿Hay motivos para tener esperanza en el Perú? Objetivamente, no. ¿Será mejor el presidente en 2026? Con lo que hay, no. ¿Qué hacemos? ¿Nos rendimos o damos pelea? Mejor seguimos señalando sus mentiras, diciendo que son una máquina de desinformación, que aquí hay un pueblo que sufre, que aquí hay inequidades enormes, que aquí no hay acceso al agua potable, etcétera.
De acuerdo, lo decimos, pero, ¿cuál es nuestra audiencia?
Mucha. Por ejemplo, algunos privilegiados que son conscientes de sus privilegios, y también la gente que sufre.
Pero hoy, ¿acaso el periodismo de verdad no es un oficio marginal? Hemos terminado recluidos en pequeños espacios. ¿Acaso estos son los espacios de la agenda ciudadana?
¡Qué nos queda! Estamos en el Titanic, ¿tiramos nuestros instrumentos al mar o, mientras tanto, tocamos nuestra música?
¡Estamos en el Titanic!
(Risas). Podemos distraernos, pero no nos queda otro camino que dar la pelea. En mi caso, porque no sé hacer otra cosa, y segundo, ¡porque no quiero hacer otra cosa! ¡Yo quiero seguir haciendo periodismo! No quiero que me callen porque, además, cuando a uno lo callan se enferma.
Tu lado contestario es lo que te mantiene viva, enérgica, pero, ¿te está costando cada día más?
Es duro. El tema de las audiencias es complicado. Vivimos un tiempo de un gran hedonismo. Por un lado, la gente no quiere oír lo que le incomoda, las “malas noticias”. Por otro lado, no quiere oír a alguien que le diga cosas con las que no está de acuerdo. Finalmente, quiere todo fácil. “Dame un titular y listo, para qué leer una nota completa”. Nosotros somos distintos y brindamos algo más profundo que un titular.
¿Hiciste que Keiko pierda en 2016?
No. Keiko perdió esas elecciones porque ella y sus partidarios se portaron muy mal luego de la publicación que nosotros hicimos [en un reportaje de Cuarto Poder, programa periodístico que, por entonces, dirigía Clara Elvira Ospina, el piloto Jesús F. Vásquez, informante de la DEA, afirmo que Joaquín Ramírez, entonces secretario general de Fuerza Popular, le había dicho que Keiko Fujimori le entregó, en las elecciones del 2011, 15 millones de dólares para “lavarlos”, y que este lo hizo comprando grifos o estaciones de servicio]. José Chlímper, por entonces vicepresidente de Fuerza Popular, hizo un montaje malintencionado de un audio que, luego, se demostró como manipulado, por ende, malicioso. La gente recordó el pasado (se refiere al gobierno de Alberto Fujimori y su asesor, Vladimiro Montesinos) y no quiso vivir lo mismo.
Igual te responsabilizan…
Pueden responsabilizar al Papa, si así lo desean, pero ellos saben lo que pasó.
Y volviste a hacer que pierda en 2021 al mostrar una imagen icónica: Castillo como un pobre y esforzado campesino que criaba gallinas y cultivaba la tierra…

América Televisión me despidió nueve días después de la primera vuelta. Realmente, ¿Keiko puede decir que perdió por una cobertura de nueve días? ¿En serio? Recuerda, la primera vuelta fue el 11 de abril, y la segunda, el 6 de junio. Desde la primera vuelta hasta el 6 de junio, Keiko tuvo a todos los medios a su favor, ¿y me responsabiliza por no haber podido revertir la elección? Después de la primera vuelta, la señora Fujimori se guardó en su casa durante tres días seguidos. Mientras tanto, Castillo salió el lunes por la mañana a echarle maíz a las gallinas, a trabajar el campo, a visitar a los vecinos, a hablar con los periodistas; es decir, se mostró, dijo “aquí estoy”, algo que haría cualquier candidato. Si yo me quedo encerrada en mi casa de San Borja durante tres días, pues asumo las consecuencias. El jueves, Keiko salió en un formato “armado”, super formal, mostrándose como era y diciendo: “Yo no voy a terruquear al señor Castillo”, y cuatro gritos después ya lo estaba haciendo. Además, ¿qué esperaban, que Canal N, un canal de noticias con 24 horas de transmisión, solo mostrase la puerta de la casa de la candidata encerrada y no al otro candidato que estaba hablando, dando entrevistas, con el ingrediente adicional de que era un candidato sorpresa? ¿En serio querían que lo invisibilizáramos?

Sí lo querían, sobre todo los dueños de los medios…
Ok, pero nosotros hacemos periodismo.
¿Algún día Keiko ganará una elección?
No lo sé. Soy periodista, no futuróloga.
Ahora sí, hablemos de libros. Al leer, ¿el soporte importa o no importa?
Yo prefiero leer en papel. Me concentro más, pero tengo que leer mucho en digital. Es inevitable. Además, como soy ama de casa, el carácter invasivo de los libros y su capacidad para recoger polvo, me enferman un poquito. Estoy invadida de libros; además, mi marido es acaparador de libros, y mi hijo no quiere deshacerse de sus cómics. No puedo comprar un libro más. El único espacio ordenado de mi casa es el de la biblioteca de la sala que, además, es una biblioteca chica. Lo uso como set para Epicentro, y un día, alguien creyendo que me insultaba dijo que eso era el Jr. Amazonas, y tenía razón, pues son estantes con libros metidos uno sobre otro. Sospecho de las bibliotecas ordenadas. Sus dueños, ¿leerán sus libros? (risas).
¿Cómo filtras: qué lees y qué no?
Leo libros de amigos, leo los libros de los autores que voy a entrevistar...
¿Son buenos escritores tus amigos?
Hay de todo (risas). Leo libros que me llaman la atención. Me gustan muchísimo las historias policiacas. Me fascina Élmer Mendoza (México, autor de “Balas de plata”) y, por su puesto, Leonardo Padura (Cuba, su personaje icónico es el detective Mario Conde). De Argentina, Eduardo Sacheri (autor de “La pregunta de sus ojos”, libro en el que se basó la cinta “El secreto de sus ojos”, ganadora del Oscar) y Guillermo Martínez (ganador del Premio Nadal con “Los crímenes de Alicia”). Entre las mujeres, Claudia Piñeiro (Argentina, autora de “Betibú” y “Catedrales”), Piedad Bonnett (Colombia), a quien conocí como poeta y es extraordinaria. Gabriela Wiener (Perú) es fantástica, además, ha tenido una madurez grandísima: es una fuerza de la naturaleza.
Vivimos un "boom" de literatura femenina…
A los editores les empezó a dar pudor por no publicar mujeres, porque editores y editoriales han privilegiado siempre a los escritores hombres. Empiezan a darles oportunidades a las mujeres y descubren que hay una mina de oro. Los hombres no tienen más talento que las mujeres al escribir. Y hoy estamos dando la lucha para que en los encuentros literarios haya más espacio para ellas. ¿Te das cuenta? Toda esta lucha es por el “músculo”.
¿Te gusta más la política o la literatura?
La literatura.
¿Escribes?
Antes, algunas cosas.
¿Sientes que eres una buena lectora?
Sí. Mis virtudes son: leo rápido, tengo buena memoria y siempre trato de reflexionar alrededor de lo que leo, ir más allá. Gracias a mi memoria, siempre recuerdo algún pasaje o anécdota o cita de un libro, y eso enriquece mi conversación. Ahora, yo no sé de literatura, de técnica literaria, solo soy una lectora. No esperen de mí una crítica, comentarios del tipo “se equivocó en la construcción de un personaje”, porque no lo sé ni creo que me corresponda. Mi única pretensión es que quien me vea decida leer el libro que recomiendo. Con eso estoy bien servida.
¿Tendremos elecciones en 2026?
Sí, lo que no significa que terminemos con la misma presidenta.
¿Cubrirás esa elección?
No lo sé. Si en 2021, después de la primera vuelta, me hubieses preguntado si iba a cubrir la segunda vuelta, te hubiese respondido que sí, pero no pasó porque me botaron. Después de esa experiencia aprendí que la vida nos lleva por caminos inesperados. Si me ofrecen ir a trabajar a otra parte y está chévere, me voy. Los animales más fuertes son los que migran, y los más fuertes entre los fuertes son los que regresan. ¿Por qué? Porque van, exploran, aprenden y regresan con lo aprendido. Es decir, yo estaría feliz de volver a Colombia.

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