El Perú es un país cervecero. Dentro de las bebidas alcohólicas, la cerveza es la que más nos gusta, es la que más bebemos. Según un estudio de Euromonitor Internacional para la Asociación de Vendedores Cerveceros Distribuidores para Pequeños y Medianos Negocios en Lima, “el consumo per cápita de cerveza es de 46 litros por año, muy cerca de los 47 litros por persona que se consumieron en 2017”, afirma el informe.

El aumento es significativo pues, en 2007, nuestro consumo per cápita era de 32 litros. ¿A cuánto equivalen estos 46 litros? A 73 botellas de 620 mililitros, a seis cajas de chela grande, a 129 latas o 21 six pack.

Con respecto a América Latina, somos el cuarto país más chelero de la región, solo superados por Argentina, Chile y Uruguay.

Con estas cifras, no sorprende el éxito de bares cheleros, en particular del Rincón Cervecero, icónico lugar del Centro de Lima que acaba de celebrar, en enero pasado, sus primeros 25 años.

Un rincón festivo

Abraham Valdelomar, el escritor iqueño, fue uno de los primeros en destacar las bondades del mítico Jirón de la Unión, una calle donde los limeños de inicios del siglo XX salían a pasear y a lucirse, mostrando todas sus galas.

Sí, la calle era bastante comercial, pero también acogía viviendas de los notables de la época, la mayoría construidas, ya sea en la Colonia o en los albores de la República, siguiendo los cánones de la arquitectura europea de la época, donde destacaban los estilos afrancesados, sobre todo el de La Belle Époque. Por eso, allí se construyó, justo en plena Plaza San Martín, el bello palacete que acoge al Club Nacional y casonas de los notables de la época.

A pocos pasos del lugar, pasando la Plaza San Martín y camino al Centro Cívico, en pleno Jr. De la Unión, se abrió en 1999, en una amplia casona republicana, el Rincón Cervecero. Mientras otros se iban del Centro de Lima, sus promotores apostaron por el desarrollo y crecimiento de una zona emblemática de la ciudad. Pasado un cuarto de siglo, y dado su suceso, podemos decir que tomaron la decisión correcta.

Desde su creación, el lugar fue un éxito. Y lo fue gracias a su novedoso concepto, uno que le hacía guiños a las choperías alemanas, pero que no descuidaban su toque local, no solo en cuanto a la oferta cervecera sino, sobre todo, en un país goloso como el nuestro, en su cocina, en su variedad de platos y piqueos, siempre con alma y sazón peruanas.

También llamó la atención la decoración del lugar, con llamativas camisetas de los principales equipos de fútbol del mundo, algunas de colección como las que pertenecieron a grandes futbolistas peruanos como César Cueto y Héctor Chumpitaz, sin dejar de lado, cómo no, de equipos como Universitario de Deportes y Alianza Lima, el Barcelona y el Real Madrid, el Manchester City y el Manchester United, River Plate y Boca Juniors, Bayer Munich y el Arsenal.

Si bien al inicio el local era amplio, con una barra inmensa donde estaban instalados los caños choperos, poco a poco el lugar fue creciendo hasta ocupar los tres pisos con los que hoy cuenta. Otra prueba más del gusto por la cerveza del peruano, y de todo lo que lo rodea, como el fútbol, la comida y una actitud celebratoria.

A esto le han prestado mucha atención sus promotores, pues la música siempre resuena en el lugar, con las canciones de moda y los clásicos que nos gustan, pero también con algunos espectáculos en vivo.

Y hablando de gustos de peruanos, estos siempre exigen generosidad en lo comido y, sobre todo, en lo bebido. Siguiendo, otra vez, la impronta alemana, una de las presentaciones que más se vende en el Rincón Cervecero es la “Beer Tower”, un inmenso cilindro de vidrio temperado donde se pueden servir tres, cinco o más litros de cerveza. Esta torre se pone en mesa y los clientes se van sirviendo, poco a poco, lo que su sed les exija. También es icónico su cuerno chelero, que va sostenido en una estructura de madera. Uno se siente un salvaje vikingo al beber allí.

Pero no solo de “Beer Towers” y chelas locales vive el chelero. Como toda cervecería que se respete, el lugar destaca por su variedad, con chelas lager, ales y lámbicas y, lo que más agradecemos, de diferentes orígenes: peruanas, alemanas, americanas, belgas, holandesas y mexicanas, algunas de colección. Probamos la Trappistes Rochefort, la Westmaille y la Lindemans, y comprobamos que el de la chela es todo un universo, complejo, diverso, generoso.

Ah, el Rincón Cervecero tiene su propia chela, una Red Ale, cuya particularidad esta en que se elabora con chips de roble macerados en pisco, así como naranjas deshidratadas y vainilla. También hay ediciones especiales, como su Golden Ale, que tiene naranja, y su Pale Ale, elaborada con toronjas rosadas o pomelo.

Por su ubicación, con mucha presencia de turistas, aquí se sirven algunos clásicos de la cocina peruana como cebiches, lomo saltado, ají de gallina y más, y piqueos bien taipá como alitas picantes, anticuchos, y hasta makis. Lo dicho, la diversidad es su bandera.

Así es el Rincón Cervecero, un lugar festivo y colorido, donde así como chelas hay mucha diversión.